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sábado, 28 de junio de 2008

¿ASÍ QUE AHORA LOS ALUMNOS SON "CLIENTES"? ¡PERO POR FAVOOOR!


"¡Lo único que nos faltaba! ¡No solo se ha perdido el respeto por el docente, sino que ahora se lo degrada a un empleado detrás de un mostrador!"


Palabras más, palabras menos, éstas son a menudo las palabras de algunos docentes cuando se habla de "el cliente" al hacer un análisis educativo.


Quiero dejar aquí dos ideas en referencia a este tema:
Por un lado, cómo es eso de que el alumno es cliente.
Por otro quién es el verdadero cliente.

Calmaos, entonces, docentes alérgicos a las comparaciones de la escuela o con la empresa.
Calmaos.
Se hace esta comparación, que proviene del mundo empresarial, porque el mundo empresarial, a diferencia del mundo escolar, depende del éxito. Si el kiosco, o la gran empresa vial, o el tallercito no tienen éxito, no pueden continuar con vida. Se cierran. Una empresa es para dar plata y, si no da plata, deja de existir.
¡Pero el fin de la educación no es producir plata!!! me diréis... acaso escandalizados.
Bueno, vamos or partes... que los docentes a fin de mes cobramos y si nos parece que es poco, hacemos huelgas y esas cosas que ponen nerviosas a los ministros. También tenemos un gremio que coordina esas actividades y lucha por remuneraciones justas. Entonces, no nos hagamos los artistas, no dejemos los $$$$$$$ fuera del ámbito educativo, porque hay muchagente que tiene sus ingre$o$ desde la docencia....


En cambio, a diferencia de lo que decíamos del mundo empresarial, la escuela no está atada al éxito. La escuela sigue existiendo mientras tenga alumnos, más allá de que los egresados a veces han aprendido muy muy poco...
Esta mirada desde el paradigma empresarial, que tanta alergia produce a algunos docentes, no es más que una construcción teórica para buscar el modo de servir mejor, de ser más útil. Realidades ambas que al empresario, sí, le darán más dinero y al docente la certeza de un mejor servicio.
Necesitada del éxito, la empresa ha estudiado a fondo estas cosas. No las deserdiciemos.


Los docentes, sin depender del éxito y cobrando lo mismo, tanto si sus alumnos aprenden como si no,a veces nos hemos quedado un poco cómodos...
Para no caer en ello, creo que es muy enriquecedor transferir algunas construcciones empresariales al mundo educativo, porque esta gente, insisto, urgida por la sobrevivencia, afiló sus reflexiones.

Vista la posibilidad, entonces, de aprovecharnos de las reflexiones del mundo empresarial, transfiriéndolas a la escuela, podemos seguir con el segundo tema.
Responderé, de algún modo, el post anterior, el de Paglialunga, tratar de dejar en claro ¿QUIÉN ES EL CLIENTE?
Sería inocente de nuestra parte decir que tenemos que responder a las demandas de nuestros actuales alumnos. La demanda de ellos es, desde la mayor parte, pasarla lo mejor posible, jugar, salir a recreo, conquistar compañero o compañeros, inversamente al sexo que porten... La escela no está para responder a esas demandas, que ueden ser satisfechas por las disco o por los jueguitos.

Descartemos a los chicos.

¿Y entonces?
¡Los padres!

¡Claro!

¡Hay que responder a las demandas de los que son responsables, dado que los chicos, que por tales no son adultos, no van a tener una demanda seria!
Pero... ¿qué nos muestra, a lo largo de muchos años de experiencia de cada uno, qué demandan los padres? ¿Cuál es el motivo más frecuente de reclamos de los padres? QUE SUS HIJOS NO HAN APROBADO, NO HAN PROMOCIONADO.
Personalmente, de cien padres que vienen a verme, 90 lo hacen por problemas de promoción, uno para reclamar que el hijo no aprende y los otros nueve por problemas varios.
¿Entonces no podemos tener en cuenta la demanda de los padres? En la realidad, NO.

Los profesores exigentes cuentan con el aprecio de muy pocos padres y los denuestos de muchos. Al alumno debemos exigirle que aprenda, lo que seguramente nos gane sus antipatías y de unos cuantos padres.


¿Y entonces?
Convendrá entonces pensar cuándo una persona realmente agradece lo que le ayudaron a aprender.

Cuando es adulto.
El futuro adulto es el destinatario de nuestros servicios, es nuestro CLIENTE, es a quien tenemos que escuchar y responder.
El adulto en que se convirtió aquel joven, es el que nos va a agradecer, cuando se de cuenta que lo que le enseñamos le fue verdaderamente útil en su vida.


Esto trae un problema, porque nos tenemos que imaginar lo más seriamente posible cómo será la sociedad dentro de quince o veinte años Qué necesitará entonces el niño, el joven que tenemos ahora como alumno. (Sin caer en la estupidez de decir "Esto les va a servir alguna vez") Debemos estudiar seriamente lo que podemos barruntar que va a necesitar nuestro alumno en el futuro. Y escuchar esas demandas para poder responderlas.

¿Verdad que podemos aprovecharnos del análisis que hacen los gurúes del "management"'